Desde el día en que nacimos
–en el garage de una casa de familia,
pero no de cualquier familia, de la nuestra–
tuvimos en claro lo que queríamos:
Alimentar a la gente de todas las maneras posibles.
Vamos a hacer el mejor sushi del mundo, obvio.
Pero también vamos a atender a la gente con
una sonrisa, vamos a generar un ambiente perfecto,
vamos a crear momentos indelebles,
de esos que valen la pena vivir a pleno,
vamos a estar en cada detalle
para que los que nos elijan sean felices.
Al menos, por ese ratito.